Es una vasculitis poco frecuente de los grandes vasos predominantemente caracterizada por la afectación de la aorta y sus ramas principales, así como de otros grandes vasos, causando estenosis, oclusión o aneurisma.
Epidemiología
La prevalencia se ha estimado en 13 a 40 por millón de habitantes. Se han descrito casos en todo el mundo, pero la enfermedad parece ser más frecuente en la población asiática, con una elevada proporción de mujeres afectas frente a varones bien documentada.
Descripción clínica
Por lo general, la enfermedad debuta antes de los 40 años, aunque se han descrito casos muy infrecuentes en edad pediátrica. Los periodos de inflamación activa pueden asociar hallazgos inespecíficos como cefalea, malestar general, palpitaciones, sudores nocturnos, poliartralgia o artritis, lesiones cutáneas nodulares ulcerativas o similares al eritema nodoso o fiebre, fatiga y pérdida de peso. Las manifestaciones vasculares dependen de la localización y de la extensión de la afectación de los vasos, así como de la aparición de complicaciones asociadas (como estenosis vascular, oclusiones y, excepcionalmente, aneurismas). Los hallazgos clínicos incluyen claudicación, dolor en reposo (en las extremidades), hipertensión (renal), cefalea, visión borrosa o doble, atrofia óptica, accidentes isquémicos transitorios, accidente cerebrovascular y convulsiones. Las manifestaciones cardiovasculares incluyen soplos, diferencias de presión arterial entre las extremidades, carotidinia, insuficiencia cardíaca congestiva, insuficiencia aórtica, hipertensión pulmonar y aneurismas aórticos o arteriales. La afectación arterial pulmonar puede resultar en hipertensión pulmonar y en cortocircuito coronario o bronquio-pulmonar.
Etiología
La etiología de la vasculitis inflamatoria en la enfermedad es desconocida. Se cree que puede ser debida en parte a un mecanismo inflamatorio subyacente y a factores genéticos. Los estudios genéticos han encontrado una relación entre el HLA B-52 y la enfermedad. Estudios recientes de GWAS han revelado una asociación entre un polimorfismo de un solo nucleótido de IL12B y FCGR2A/3A con la enfermedad.
Métodos diagnósticos
El diagnóstico es difícil de establecer y con frecuencia se retrasa (años o incluso décadas). Está basado en los hallazgos clínicos y la exploración física. Las manifestaciones vasculares podrían orientar los estudios morfológicos. Sin embargo, el principal cambio está relacionado con el uso de técnicas no invasivas de imagen (ecografías, resonancia magnética, angiografía por TC y tomografía por emisión de positrones). Estos exámenes permitirían establecer un diagnóstico temprano demostrando un engrosamiento o inflamación de la pared arterial en la fase pre-estenótica.
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico diferencial de la enfermedad es muy amplio y puede incluir otras enfermedades inflamatorias (como la aterosclerosis, la arteritis de células gigantes, la aortitis asociada a IgG4), la aortitis infecciosa y la displasia fibromuscular.
Manejo y tratamiento
El tratamiento y el manejo dependen de la gravedad de la enfermedad y de las complicaciones específicas. La principal modalidad terapéutica es la terapia con corticosteroides, aunque está asociada a efectos adversos conocidos a largo plazo. La terapia inmunosupresora logra remitir la enfermedad en aproximadamente el 60% de los casos. Otros agentes inmunosupresores que podrían ser necesarios para lograr la remisión (como el metotrexato, la azatioprina, el micofenolato de mofetilo, la leflunomida, el tacrolimus o la ciclofosfamida). En pacientes refractarios o intolerantes al tratamiento convencional, podría emplearse fármacos biológicos, como anti-TNF alfa (primera opción) y probablemente anti-IL6. Las intervenciones vasculares tienen como objetivo restablecer la permeabilidad vascular en arterias estenóticas y ocluidas que causan isquemia o hipertensión orgánica, y tratar la enfermedad aneurismática.
Pronóstico
La enfermedad está asociada a una morbilidad significativa, especialmente cuando el diagnóstico es tardío, pudiendo ser potencialmente mortal en los casos más graves. Los efectos adversos de la terapia con corticosteroides a largo plazo pueden disminuir la calidad de vida.
Referencias